Cuando entras en un dormitorio siempre hay algún color que destaca sobre el resto, ya sea el de las paredes o el de la ropa de cama. Por eso es muy importante tener el cuenta qué sensaciones transmite cada color, lo que nos permite crear el entorno que queramos en la habitación.

Blanco: Representa tranquilidad, pureza y simplicidad. Nos ayuda a superar situaciones de estrés y a relajarnos, por eso es el color elegido para muchos. Además nos permite crear un estilo nórdico en el hogar.

Negro: Se utiliza a veces en fundas nórdicas o sábanas para dar un toque más elegante y sofisticado a la habitación. Es poco habitual que sea el color elegido para las paredes porque en exceso podría crear un mal ambiente.

Rojo: El rojo es energía en estado puro. Se ha comprobado incluso que mejora el funcionamiento corporal, aunque no debe usarse en exceso.

Azul: Estimula la imaginación y provoca relax cuando el tono es claro. Nos transmite confianza, seguridad y libertad. Es un color habitual en habitaciones de hombre.

Verde: Provoca un estado de paz interior que puede darnos sensación de salud y sanación. Al igual que el azul también estimula la imaginación y provoca seguridad. También se asocia con la naturaleza.

Amarillo: Representa la alegría y la felicidad y fomenta la creatividad. Sin embargo algunos afirman que los bebés lloran más en dormitorios donde predomina este color.

Naranja: Transmite sensaciones similares al amarillo, además de diversión, optimismo y riesgo.

Gris: Es muy adecuado para dormitorios porque representa la perfecta combinación entre negro y blanco, con las ventajas de ambos y sin producir sensaciones extremas. Es uno de los colores más neutrales, aunque en determinados tonos puede provocar tristeza.

Estos son los principales colores utilizados en los dormitorios, aunque también predomina el marrón (inevitablemente por el uso de los muebles). Este último color provoca un efecto acogedor.